sábado, 16 de enero de 2010

Leyendas...

...Y fue entonces cuando el abuelo contó al nieto aquella mágica y fascinante historia que había escuchado con asombro años atrás sentado sobre el regazo de su padre. Una historia sobre mochuelos de vidriosos ojos y de plateada cola que habitaban en lo más alto del firme campanario de la aldea. Hacía tantos años ya de que hicieron de esas labradas piedras su casa, que circulaba un viejo chascarrillo afirmando que fue la iglesia la que se construyó debajo del nido. El relato, proseguía asegurando que el día en que las rapaces aves abandonasen para siempre su privilegiado pedestal, se abriría el suelo entre ensordecedores temblores y el pueblo quedaría engullido tras el largo bostezo de la tierra, exactamente como así ocurrió...

Esta leyenda quedó sepultada en el olvido hace mucho tiempo, tanto, que ya nadie recuerda el nombre de aquel pueblo. Sin embargo, donde yo vivo, sigue habiendo leyendas que permanecen vivas, si bien no tan fantásticas como la anterior, igual de increibles a los ojos de alguien que vive por estos lares. Una de las más oidas sin duda es la historia de una hermosa playa, escondida tras un brazo de tierra que acaricia el mar, la llamaban “ de los ladrillos” y de ella se dice que tenía el agua más clara y limpia que nadie pudo nunca ver. De su templada arena se cuenta que era tan fina que desaparecía en la palma de la mano.
Otra de las historias, narra la existencia de hombres de arrugada tez, hechos al sol y la sal que desafiaban el mar desde frágiles naves. De sus curtidas manos nacían interminables redes que arriadas recogían la riqueza de una bahía llena de vida. En la ciudad se les llamaba pescadores y al parecer se les veía por todos lados, incluso atracaban sus barcos en el mítico río que la imaginación popular también inventó. Un río hecho de miel que dividía la ciudad en dos desde hacía siglos, la Villavieja y la Villanueva, donde se levantaban casas tan blancas que se confundían con el crepitar de las olas.
Fijense cuántas leyendas tiene mi ciudad, que hasta existe una que cuenta que aquí había librerías donde podías encontrar obras de los poetas más ilustres que nuestra tierra dio, asegura además que había hasta cine, pero no uno, sino varios: el Almanzor, Fuentenueva, Lis , Magallanes... Los hay incluso que exagerando sin duda alguna, afirman con total rotundidad que incluso había algunos que permitían ver con delicioso placer la luz de las estrellas.

Si me esforzara un poco podría recordar unas cuantas más, pero no quiero aburriros, os diré, eso sí, que todas tienen en algo común, mi ciudad aparece como un sitio construido por la gente y para la gente, modelada por la misma y que no excluyente. Yo, por mi parte, nunca termino de creerme estas historias, porque aunque en teoría hablan de mi ciudad, sé que no lo es, porque la mía vive lejos, muy lejos del mar. Porque sus edificios, altos, grises y de lánguidas sombras ocultan el sol engullendo a las personas, quedando condenadas a deambular por calles cada vez más solitarias , entristecidas por culpa de una ciudad yerma y moribunda que ya no les pertecene.

7 comentarios:

  1. Muy bueno. Me ha gustado mucho.
    Un saludo.

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  2. Ey que pasa tio? te iré visitando de vez en cuando

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  3. Ya era hora. Esa voz tiene que oírse.
    Me alegro del sitio y las teclas; yo, por mi parte y de momento, iré leyendo. Te sigo de cerca.
    *

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  4. Joder crack, que bueno!

    Pongo tu blog en favoritos, ya hablamos!

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  5. Teníamos que elegir entre pueblo con encanto consumido por el turismo y el ladrillo especulador o la gran ciudad portuaria e industrial de dudosa belleza. Se eligió lo segundo y con esas estamos.

    Pero yo la quiero ;)

    Saludos

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  6. Me a gustado mucho, es muy lejano, me recuerda cuando era niño, lleno de ilusiones y sin preocupaciones. Es un cuento en el cual hemos participado pero solo como espectadores diria yo pues al ser tan pequeño para mi son recuerdos muy lejanos, pero lo poco que recuerdo lo guardo con cariño y afecto.

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  7. Muy bueno... Se nos esfumó la poca magia que teniamos. Ahora, hasta el respirar, escuece, mezcla de agobio y contaminación.

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