jueves, 9 de diciembre de 2010

LA VERDAD DEL ÉXODO (1/2)

Sólo soy un dígito más de una ecuación desastrosa, de una escalofriante operación matemática cuyo resultado final revela la cifra 200.000. Pero... ¿a qué hace referencia? Al número de comunistas menores de 30 años entre los que yo me incluyo, ¿quizás al de seguidores esperanzados que aún creemos poder ver ganar al Atlético de Madrid la Champions? No, nada más alejado. Tristemente pertenezco al colectivo de jóvenes españoles que han abandonado su país en busca de oportunidades, y aunque nos llaman emigrantes, yo no me considero como tal. ¿Por qué? Es lo que trataré de explicar en las dos siguientes entradas.

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lunes, 21 de junio de 2010

Una dosis más del amor de dios y su misericordia




1º) Carta colectiva del episcopado español: la postura de la Iglesia.

“El 27 de de febrero de 1936, a raíz del triunfo del Frente Popular, la Komintern rusa decretaba la revolución española y la financiaba con exorbitantes cantidades. El 1º de mayo siguiente centenares de jóvenes postulaban públicamente en Madrid “para bombas y pistolas, pólvora y dinamita para la próxima revolución”.

La guerra es, pues, como un plebiscito armado. La lucha de los comicios de 1936, en que la falta de conciencia política del gobierno nacional dio arbitrariamente a las fuerzas revolucionarias un triunfo que no habían logrado en las urnas, se transformó por la contienda cívico-militar, en la lucha cruenta de un pueblo partido en dos tendencias: la espiritual, del lado de los sublevados, que salió a la defensa del orden, la paz social, la civilización tradicional y la patria, y muy ostensiblemente en un gran sector, para la defensa de la religión; y de otra parte, la materialista, llámese marxista, comunista o anarquista, que quiso sustituir, la vieja civilización de España, con todos sus factores, por la novísima civilización de los soviets rusos (…)

Primero. Que la Iglesia, a pesar de su espíritu de paz y de no haber querido la guerra ni haber colaborado con ella, no podía ser indiferente en la lucha: se lo impedía su doctrina y su espíritu, el sentido de conservación y la doctrina de Rusia (…)

Cuarta. Hoy por hoy no hay en España más esperanza para reconquistar la justicia y la paz, y los bienes que de ellas derivan, que el triunfo del movimiento nacional. Tal vez hoy menos que en los comienzos de la guerra porque el bando contrario, a pesar de todos los esfuerzos de sus hombres de gobierno, no ofrece garantías de estabilidad política y social

1 de julio de 1937

2º) La Iglesia y la República:

Los principios y preceptos constitucionales en materia confesional no sólo no responden al mínimum de respeto a la libertad religiosa y de reconocimiento de los derechos esenciales de la Iglesia que hacían esperar el propio interés y dignidad del Estado, sino que, inspirados por un criterio sectario, representan una verdadera oposición aun a aquellas mínimas exigencias. (...)

Más radicalmente todavía se ha cometido el grave y funesto error de excluir a la Iglesia de la vida públi ca y activa de la nación, de las leyes, de la educa ción de la juventud, de la misma sociedad domésti ca, con grave menosprecio de los derechos sagra dos y de la conciencia cristiana del país. (...) De semejante separación violenta e injusta, de tan ab surdo laicismo del Estado, la Iglesia no puede dejar de lamentarse y protestar, convencida como está de que las sociedades humanas no pueden conducirse, sin lesión de deberes fundamentales, como si Dios no existiese, o desatender a la Religión, como si és ta fuera un cuerpo extraño a ellas o cosa inútil y nociva. (...)

Declaración colectiva del episcopado ante la nueva Constitución. (20 de diembre de 1931)

3º) Intercambio de telegramas entre Franco y el Papa.

Su Santidad el Papa Pío XII ha dirigido al Generalísimo Franco el siguiente telegrama:

“Levantando nuestro corazón al Señor, agradecemos sinceramente, con V.E. deseada victoria católica España. Hacemos votos para que este queridísimo país, alcanzada la paz, emprenda con nuevo vigor sus antiguas y cristianas tradiciones, que tan grande le hicieron. Largos sentimientos efusivamente enviamos a Vuestra Excelencia y a todo el noble pueblo español nuestra apostólica bendición."

Papa Pio XII .

El Generalísimo Franco ha contestado a su vez el telegrama del Papa con el siguiente:

“Intensa emoción me ha producido paternal telegrama de Vuestra Santidad con motivo de la victoria total de nuestras armas que en heroica cruzada han luchado contra los enemigos de la Religión, de la Patria y de la civilización cristiana. El pueblo español, que tanto ha sufrido, eleva también, con Vuestra Santidad, su corazón al Señor, que le dispensó su Gracia, , y le pide protección para su gran obra del porvenir, y conmigo expresa a Vuestra Santidad inmensa gratitud por sus amorosas frases y por su apostólica bendición, que ha recibido con religioso fervor y con la mayor devoción hacia Vuestra Santidad. Francisco Franco, Jefe del Estado Español.

Madrid, 2 de abril de 1939



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viernes, 18 de junio de 2010

Los Simpson y la Filosofía


Es uno de los tres libros que tengo en mi mesita de noche. Delicioso para aquellos que somos fans de los Simpsons, es decir todo el mundo. Filósofos de diversas universidades de los EE.UU. hacen un análisis crítico de la serie: sus personajes, los roles sociales, las motivaciones éticas etc.
Homer y Arístoteles o Así habló Bart. Nietzsche y la virtud de la maldad, son tan sólo algunos de los capítulos de un libro original y tan divertido como serio, tal y como es el universo filosófico, moral y político de la obra de M. Groening.
Altamente recomendavle ¡Ouch!

- "Los Simpson y la Filosofía." William Irwin - Mark T. Conrad- Aeon J. Skoble. Blackie Books. Barcelona, 2009.
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viernes, 11 de junio de 2010

Democristianos o nazidemócratas, todo vale...

En primer lugar sé que tengo esto abandonado, lo siento mucho si es que a alguien le puede afectar Prometo que tras las malditas oposiciones retomaré el blog con energías renovadas. Mientras tanto quiero dejar aquí el extracto de un documento eclesiástico, en concreto un fragmento de la Encíclica Papal de Pio X. Me encantaría poder refutar y comentar a la misma vez con detenimiento y argumentos políticos e históricos, pero carezco del tiempo necesario para emprender el trabajo de la manera más serie posible, atendiendo al estudio del Derecho Natural y Divino subyacente y a las teorias calvinistas y luteranas de Obediencia Pasiva. Así que prometo hacerlo dentro de poco. Por lo demás un mensaje para todos aquellos que piden tolerancia religiosa. Yo les pregunto. ¿También se tiene que tolerar esto?

[...]La Escritura enseña, y la tradición de los Padres lo confirma, que la Iglesia es el Cuerpo místico de Jesucristo, regido por pastores y doctores, es decir, una sociedad humana, en la cual existen autoridades con pleno y perfecto poder para gobernar, enseñar y juzgar. Esta sociedad es, por tanto, en virtud de su misma naturaleza, una sociedad jerárquica; es decir, una sociedad compuesta de distintas categorías de personas: los pastores y el rebaño, esto es, los que ocupan un puesto en los diferentes grados de la jerarquía y la multitud de los fieles. Y estas categorías son de tal modo distintas unas detrás, que sólo en la categoría pastoral residen la autoridad y el derecho de mover y dirigir a los miembros hacia el fin propio de la sociedad; la obligación, en cambio, de la multitud no es otra que dejarse gobernar y obedecer dócilmente las directrices de sus pastores.[...]

[Texto completo: http://www.mercaba.org/PIO%20X/vehementer_nos.htm]
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martes, 13 de abril de 2010

ARIZONA BABY (Politécnica de Algeciras)

Desde que empieza el espectáculo una extraña sensación se apodera de ti, un déjà vu golpea la puerta de tu cabeza para anunciarte que todo lo que oyes y sientes te es tan familiar que se diría que ya lo has escuchado antes. Pero de eso nada amigo, todo forma parte del ritual que Arizona Baby tiene preparado para el directo. Como chamanes del desierto te traen el espíritu más puro del Rock resucitándolo sobre el escenario, tal y como ocurrió en Algeciras, un pueblo fantasma que revivió con la llegada de estos tres forasteros del oeste del Pisuerga dispuestos a desenfundar sus guitarras y disparar hasta el último riff que les queda en la recámara.

Survive fue el tema con el que abrieron el espectáculo, y una de las poquitas canciones elegidas de entre su primer trabajo (Songs to Sing Alone) para el show. Ni que decir tiene que estos temas cobraron más vida de cara al público que en el disco, gracias a que se contagian de toda la rabia y la consistencia que el trio desprende, lo que les confiere, sin duda, otro carácter mucho más maduro en contraste con una grabación que siempre se me antojó débil en cuanto a punch se refiere. Así pues, canciones de este primer trabajo lograron desatar la revolución en la platea como la divertidísima y pegadiza Everything, que sirvió de fantástico preámbulo a Shiralee, el himno más coreado de la noche y el más esperado a juzgar por la reacción del público. Una canción que representó toda una declaración de intenciones: ¡Aquí estamos, hemos llegado y no nos pensamos largar hasta la última gota de sudor! Demostrando que son todo actitud, y que mueren por sus temas, The Truth, Sandman, Sunday... todos fueron interpretados y defendidos con furia, y eso se traslada a la música, al sonido y al público. Logrando conformar un gran espectáculo.
Para terminar, permítanme que cierre hablando de Runaway, una melodía fugaz e intensa, algo oscura incluso, pero que creo puede servir para explicar la esencia de la banda a las mil maravillas: dos grandísimas guitarras. Una desliza trepidantes punteos. Otra, hace las veces de soporte rítmico perfecto sobre el que contruir una voz ora desgarradora ora melodiosa. Completando todo ello con una base rítmica tan sencilla como efectiva.
Lo que te llevas a casa después de ver a este trio, ( a parte de melodías que se te quedan grabadas a fuego, como la impagable I want to breack free de Queen) es la idea de que llegarán lejos por su apuesta sincera por el Rock & Roll. Y es que Arizona Baby son, por encima de todas las etiquetas que le quieran poner, puro Rock & Roll,

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lunes, 12 de abril de 2010

Viaje a 800 + Orthodox + Moho (Granada Marzo)

La crónica de este concierto se empezó a escribir mucho antes de que se celebrara, meses atrás, desde el preciso momento en que a nuestros amigos de la Sala El Tren se les ocurrió unir en el mismo cartel y en el mismo escenario a Orthodox, Viaje a 800 y Moho, tres de los grupos más representativos y en forma del panorama underground nacional. Bandas que han participado en festivales internacionales de la talla del Hell Fest o del Roadburn, y que incomprensíblemente aquí lo siguen teniendo difícil para tocar en salas y eventos de este tipo. Algo que podrá corroborar el fiel seguidor de la escena underground nacional, acostumbrado a peregrinar por los garitos y locales más recónditos de la geografía española. Por lo que esta ocasión, tan especial como genuina, se esperaba con ganas y ansia por parte de todos.

Llegado el día y estando preparado todo lo necesario para montar un gran espectáculo: grandes bandas, sonidazo y numeroso público, por fín se corria el telón. Siendo los encargados de abrir la noche los sevillanos Orthodox que si bien no pudieron mostrarnos su última obra, Sentencia, por el despligue material que ello supone, se encargaron de dejarnos bien claro cuál es su apuesta musical desde el primer tema (Jehová) hasta el último (Geryon's Throne), un dantesco paseo por el infierno de la música. Orthodox fue un derroche conceptual diréctamente del oido a la mente, que denota la madurez de un grupo cada vez más soberano de las tablas. Tras éstos fue el turno de Viaje a 800, que demostraron a todos por qué son una referencia nacional en cuanto a actitud y creatividad se refiere, grandes dosis de alma y entrega escenificadas en unas guitarras y bases rítmicas salvajes que nos regalaron un par de temas nuevos más cañeros que de costumbre, acompañados eso sí, de los ya clásicos Solo e Higomon y de un Roto Blues, más roto y lisérgico que nunca. Como última parada nos aguardaban Moho y toda su jodida mala leche, que no es poca. Desde el comienzo sacudiendo de lo lindo con riffs de cadencias tan pesadas como brutales, aportando aún más energía si cabe a temas como San Mamés o Chotacabra (el cual da nombre a su último disco) en un aplastante directo que puso el punto y final a la noche con la misma o mayor intensidad que con la que empezó.

(Artículo Publicado en la revista Mondo Sonoro Edición Andalucía)
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martes, 9 de febrero de 2010

Cincuenta años de indiferencia y una portada

Frío, sentía frío, y los harapos que tenía por ropa no contribuían desde luego a mitigar esa incómoda sensación. Los cartones, humedecidos por la lluvia, quedaban inservibles al otro extremo del cajero, siendo de entre todos, el cartón de tinto el único aprovechable. Pronto, éste, quedaría vacío, desvaneciéndose con sus últimas gotas, la falsa sensación de calidez que sólo produce el alcohol.

Frío, sentía mucho frío, y conciliar el sueño tranquilamente, olvidando vicisitudes y lamentos, era algo que ya no recordaba si no venía acompañado por el sopor de la heroína. La mirada perdida, imitaba el temblor de las manos y del resto de su castigado cuerpo, mientras que el pecho, describía un ligerísimo y pausado vaivén, exhalando un lastimoso quejido agudo que se diluía en el silencio de la madrugada. El cansancio se evidenciaba en cada gesto, y aún más en el pesado aletear de sus párpados. No podía alvergar la más mínima intención de levantarse y ponerse a aparcar coches para ganarse unos duros y pillar más jaco, que va, en ese momento eran ganas de intentar apagar el sol...
Derrotado, así se había acostumbrado a aguantar el transcurso del tiempo que como concepto o realidad carecía ya de sentido alguno durante estas interminables noches, pues al fin y al cabo... ¿Quién puede contar la eternidad? ¿Quién puede percatarse del macabro baile de horas, minutos y segundos sumergidos en la angustiosa espiral de la monotonía? ¿Quién necesita de un reloj cuando siempre es la hora de nada? Por eso, les ruego no se extrañen si no me atrevo a afirmar exáctamente y con certeza cuánto tiempo después, ya acurrucado en el suelo y tras mucho bregar y maldecir, alcanzó a dormirse para reencontrarse con aquella extraña y bizarra pesadilla:
En su fascinación, no se veía a sí mismo en la distancia como a menudo nos suele pasar a todos cuando soñamos. No, aquí, todo su yo quedaba escondido tras los ojos, exáctamente como se contempla la vida real. Corría y corría sobre una alfombra verde de hierba rematada por cientos de flores, en busca de una pelota que giraba y giraba delante de sus narices y a pocos palmos, pero que nunca llegaba a alcanzar, por más que alargara sus brazos o lanzara zarpazos que atravesaban el aire.
Pronto hacía acto de presencia un angustioso jadeo, acompañado a su vez por el frenético y desbocado latir del corazón, lo que se añadía al intenso y afilado dolor en el costado, una molestia que cada vez era más acuciante. No obstante y aún así, su empecinamiento era tal, que continuaba la carrera muy a pesar de la fatiga. Lo más extraño de todo ocurría cuando el cansancio y el dolor se hacían insoportables. Entonces el suelo iba tornando de color y forma hasta convertirse en un espeso y farragoso caudal de alquitrán caliente que lo retenía exhausto. La pelota, ajena a esta metamorfosis se perdía allá en la lejanía de un horizonte carmesí donde el cielo confrontaba su furor sangriento con la tenebrosa umbría del firme de alquitrán. Y así fue que inmóvil, casi inerte, le estallaba esa sensación de impotencia y rabia que terminaba en un grito sordo despertándole del ensueño para abrir los ojos y encontrarse de nuevo con la realidad.

Tres figuras borrosas se alzaban ante él cuando una rápida patada en su boca le trajo el férreo gusto de la sangre a los labios. Otra en su estómago provocó una fuerte tos que le hizo expulsar el par de dientes que le habían arrancado del golpe. Pero ninguna de esas dos patadas le dolió tanto como el garrotazo propinado con el bate de béisbol en su espalda, un intensísimo rayo de dolor que recorrió cada poro y cada nervio de su cuerpo, obligándole a realizar un penoso escorzo que le asemejaba a una figura apunto de ser devorada por una gigantesca serpiente. Toda una lluvia de golpes y rugidos iban y venían lanzándose sobre él con toda la furia posible. La grima de sus chillidos se confundía con las risas e improperios de sus verdugos. El suplicio había pasado de ser colosal a ser infinito.
Sin oxígeno y sin aire, tan sólo podía esperar a que cesara la violenta tunda. Repentinamente, un nuevo tipo de dolor, diferente al ya experimentado, mucho más incisivo y hondo, semejante a un escozor húmedo e incandescente, penetró hasta el interior de su cuerpo a través de sus heridas. Le bañaban en gasolina, pudiendo sentir ese característico olor dulce y empalagoso que contrastaba con el metálico sabor líquido. Mientras, con los ojos cerrados, y en el suelo, se movía penosamente trazando un patético balanceo al unisono con sus lamentos... Súbitamente, el chasquido del fósforo contra el rugoso dorso de la caja, le hizo dirigir la triste mirada hacía la estela que dibujaba en el aire la cerilla, pudiendo adivinar cual sería su fatal trayectoria. Lo demás fue todo luz y calor. El frío, había desparecido por fin.

Al día siguiente fue todo un escándalo, el crimen estuvo en boca de todos y en portada de la totalidad de los medios de la ciudad y la región, incluso a nivel nacional se hicieron ecos no pocos telediarios y periódicos a través de su macabra sección de sucesos, ofreciendo crónicas lacrimosas e imágenes exclusivas del cadáver calcinado y abigarrado.
- ¡¿Cómo es posible que haya gente con un corazón tan despiadado para asesinar a un pobre indigente?! - Se preguntaban todos clamando al cielo por tan execrable crimen.
- ¡Prender fuego a un vagabundo! Eso es de cobardes. - Vociferaron otros muchos desde sus columnas de opinión.
- ¿A dónde vamos a llegar, es que no existe la compasión de Dios? - Imploraron los creyentes.

Sin embargo yo no me alarmo tanto por el hecho de que tres individuos repugnantes golpearan y prendieran fuego a un pobre hombre, aunque lo condeno y rechazo de la manera más enérgica, por supuesto. Yo, me alarmo porque vivimos en una sociedad capaz de infringir golpes durante toda una vida a un ser humano despojándolo hasta de su dignidad. Me alarmo por vivir en una sociedad a la que no le tiembla el pulso ni el alma al arrojar todos los días al mismo ser humano a la hoguera del olvido, la marginación y la indiferencia, donde las llamas abrasan más que el mismísimo jodido infierno.
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jueves, 28 de enero de 2010

Y a todo esto, se perdió...

El primer y más difícil paso para resolver un problema es ser conscientes de que éste existe. Poder distinguirlo de forma clara y señalarlo veheméntemente de manera que destaque a nuestros ojos como lo hace el blanco sobre el negro. Tras esto, observarlo detenídamente, sin pestañear, como si tratáramos de memorizar cada una de sus partes para luego reproducirlo al papel. Ahora, se disecciona, sin escrúpulos ni cuidado, abriéndolo en canal, mostrando sus tripas para que nos revele de qué está hecho. Ya, sólo nos queda el objetivo de hallar una solución a la enfermedad.

El ser humano se ha caracterizado por la capacidad de sobreponerse a todo tipo de vicisitudes y contrariedades que el caprichoso devenir histórico le ha ido presentando en su camino. Hemos roto las cadenas del instinto y erguido la cabeza para mirar de frente el reto colectivo de vencer la adversidad. Esto, ha sido posible a que, muy a pesar de las religiones, ha exisitido el firme convencimiento de poder alcanzar cualquier propósito planteado, siempre contando con la esperanza como motor que mueve los engranajes de la solución.

Y es que estando claro que nuestro mundo se compone de una ¼ parte de tierra y de ¾ partes de conflictos... y siendo indudable que conocemos, identificamos y localizamos a la perfección el hambre, la miseria, las desigualdades sociales o la violencia allá donde miramos y no volvemos la cara... ¿Por qué entonces no nos ponemos manos a la obra y hallamos una solución? Simplemente porque para eso hace falta la esperanza de lograrlo, y a todo esto... Se perdió...
Aunque llegados a este punto, sería mucho más exacto decir que nos la han arrebatado los únicos que se benefician de que esto se vaya al carajo. Los mismos que se han esmerado en acabar con el sentimiento de colectividad del género humano, para imponernos un individualismo groseramente ególatra. Nos han grabado a fuego que las cosas son así y no podemos cambiarlas, que cualquier intento por lograrlo es inútil. Y lo que es peor, nos hemos convencido de que pensar en otro mundo como posible, es una utopía, palabra que les encanta escupirnos a la cara, con la que definen y condenan cualquier idea que disienta del modelo que imponen. Para ellos siempre es imposible, siempre es una quimera, siempre es nunca...
El mensaje en contra del cambio ha calado demasiado hondo en la conciencia colectiva y en el sentido común, que no es ni más ni menos que la filosofía de las masas (parafraseando a Gramsci), algo que a efectos prácticos imposibilita levantarnos y protestar como pueblo lo que unos pocos dictan como élite. Nos inculcaron demasiado bien eso de que " siempre fue mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer..."
Por lo que considero ya es tiempo de abandonar el infundado pesimismo que nos conduce diréctamente a la frustración y la inoperancia, tiempo de confiar de nuevo en nosotros mismos, de recordarnos que hemos dado nombre y sentido a las cosas y hasta al propio universo. Arrojar luz a nuestro futuro depende única y exclusívamente de que todos y cada uno de nosotros tomemos conciencia de que somos una única especie con las mismas necesidades y anhelos, siempre por encima de nacionalidades, clases económicas, credos y dioses.
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sábado, 16 de enero de 2010

Leyendas...

...Y fue entonces cuando el abuelo contó al nieto aquella mágica y fascinante historia que había escuchado con asombro años atrás sentado sobre el regazo de su padre. Una historia sobre mochuelos de vidriosos ojos y de plateada cola que habitaban en lo más alto del firme campanario de la aldea. Hacía tantos años ya de que hicieron de esas labradas piedras su casa, que circulaba un viejo chascarrillo afirmando que fue la iglesia la que se construyó debajo del nido. El relato, proseguía asegurando que el día en que las rapaces aves abandonasen para siempre su privilegiado pedestal, se abriría el suelo entre ensordecedores temblores y el pueblo quedaría engullido tras el largo bostezo de la tierra, exactamente como así ocurrió...

Esta leyenda quedó sepultada en el olvido hace mucho tiempo, tanto, que ya nadie recuerda el nombre de aquel pueblo. Sin embargo, donde yo vivo, sigue habiendo leyendas que permanecen vivas, si bien no tan fantásticas como la anterior, igual de increibles a los ojos de alguien que vive por estos lares. Una de las más oidas sin duda es la historia de una hermosa playa, escondida tras un brazo de tierra que acaricia el mar, la llamaban “ de los ladrillos” y de ella se dice que tenía el agua más clara y limpia que nadie pudo nunca ver. De su templada arena se cuenta que era tan fina que desaparecía en la palma de la mano.
Otra de las historias, narra la existencia de hombres de arrugada tez, hechos al sol y la sal que desafiaban el mar desde frágiles naves. De sus curtidas manos nacían interminables redes que arriadas recogían la riqueza de una bahía llena de vida. En la ciudad se les llamaba pescadores y al parecer se les veía por todos lados, incluso atracaban sus barcos en el mítico río que la imaginación popular también inventó. Un río hecho de miel que dividía la ciudad en dos desde hacía siglos, la Villavieja y la Villanueva, donde se levantaban casas tan blancas que se confundían con el crepitar de las olas.
Fijense cuántas leyendas tiene mi ciudad, que hasta existe una que cuenta que aquí había librerías donde podías encontrar obras de los poetas más ilustres que nuestra tierra dio, asegura además que había hasta cine, pero no uno, sino varios: el Almanzor, Fuentenueva, Lis , Magallanes... Los hay incluso que exagerando sin duda alguna, afirman con total rotundidad que incluso había algunos que permitían ver con delicioso placer la luz de las estrellas.

Si me esforzara un poco podría recordar unas cuantas más, pero no quiero aburriros, os diré, eso sí, que todas tienen en algo común, mi ciudad aparece como un sitio construido por la gente y para la gente, modelada por la misma y que no excluyente. Yo, por mi parte, nunca termino de creerme estas historias, porque aunque en teoría hablan de mi ciudad, sé que no lo es, porque la mía vive lejos, muy lejos del mar. Porque sus edificios, altos, grises y de lánguidas sombras ocultan el sol engullendo a las personas, quedando condenadas a deambular por calles cada vez más solitarias , entristecidas por culpa de una ciudad yerma y moribunda que ya no les pertecene.
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martes, 12 de enero de 2010

El ritual de madrugada


Inevitablemente, y a pesar de los años, hay hechos, situaciones y costumbres que aún perteneciendo al reino de la infancia, siguen encontrando en nuestra madurez una continuidad que se repite casi por inercia, podriamos decir que han pasado a ser rituales cuya respuesta a la pregunta de por qué los practicamos se olvidó allá donde empieza la infinita imaginación de un niño.

Qué duda cabe de que gran parte de estos episodios ceremoniales tan cotidianos en nuestro día a día tienen en la inmensidad de la figura materna su origen, en esa persona que nos enseñó que tras el vaso de leche no osaramos a comernos una naranja, y que dejó bien claro que antes de empezar a enjabonarnos la cabeza había que hacer lo propio con el cuerpo. En mi caso, antes de sucumbir por completo al plácido sueño que sólo poseen los niños, mi madre surgía de entre la oscuridad de la noche para regalarme un cuento que me sirviera de antorcha allá donde quiera que vamos cuando dormimos, porque a buen seguro ese lugar es un lugar oscuro (de ahí que nos cueste tanto recordar lo que soñamos). Desde entonces tengo la necesidad de leer antes dormir. Este es mi ritual. El mismo que noche tras noche cumplo y que me llevó a leerme recientemente y de muy entrada madrugada La Carretera de Cormac McCarthy.
Fue mi hermano mayor quien me dijo escuetamente: Toma, llevátelo. Está muy bien. Se lee en una pasada, y me lo agradecerás... Tenía razón en todo “menos en que se lo iba a agradecer”, porque si algo bueno (o malo) tiene mi ritual, es que después de cerrar el libro y que este monte guardia en la mesita de noche, tienes la oportunidad de saborear una y otra vez todo lo que has leido... el problema reside en que la digestión de esta obra no es fácil.
He de decir en honor a la verdad, que lo leí en dos madrugadas, y que fue en la segunda de ellas cuando noté ese escozor que se produce en el pensamiento con el descubrimiento de la verdad de las cosas, esto se debe a que tras la primera y única parada en mi lectura, tan sólo me quedé con el aspecto formal del libro, con la historia de ciencia ficción en la que un padre y un niño anónimos deambulan en un mundo postapocalíptico, arrasado por completo, donde los ríos arden en cenizas y los árboles ya no se yerguen orgullosos, sino que se evaporan en el viento helado, el mismo viento que domina los interminables páramos yermos donde alguna vez hubo tierras de cultivo. En semejante mundo comer es un acto de carroñería, en el mejor de los casos, y de antropofagía en el peor, la esperanza una pesada carga y la compasión, el amor y otros sentimientos excepciones, que sólo se encuentran en el recuerdo de una humanidad, que sino extinta, está apunto de expirar.
Los protagonistas, carecen de una verdadera motivación para continuar el tortuoso camino marcado por carreteras que hacen las veces de arterias atrofiadas de un mundo muerto. Y es que seguir con vida, no es una motivación, es un instinto, lo que destruye cualquier tipo de esperanza.
Esta es la historia de ciencia ficción que me enganchó la primera madrugada y también la crónica desgarradora que me atormentó la segunda, porque si bien el primer día sentí al cerrar el libro la agradable sensación de que aquello era tan sólo ciencia ficción, el segundo comprendí que este ejemplar
sólo es ficción en este lado del mundo, que si lo lees fuera de él, la ficción torna en realidad. En ese otro mundo la gente sigue pasando hambre, frío y soledad, huye de otros iguales que enfermos de avaricia devoran todo lo que está a su paso, en ese otro mundo los niños no quieren ser de mayor, porque los niños sólo existen en la inocencia de este mundo, allí sólo existen hombres...

http://es.wikipedia.org/wiki/Cormac_McCarthy
http://www.cormacmccarthy.com/

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lunes, 4 de enero de 2010

HARINA DE OTRO COSTAL

La opinión pública y los medios de comunicación, han puesto el grito en el cielo al salir a la luz la decisión adoptada por algunos gobiernos de permitir realizar “escaneres” a los pasajeros en los aeropuertos, mostrando a éstos como sus madres los trajeron al mundo.

Desde aquí podríamos fácilmente abordar el tema como una cuestión de renuncia a libertades a cambio de algo etéreo y poco tangible llamado, seguridad. Sin embargo permítanme que haga otra lectura de la noticia. Esto es, la clase política una vez más juega a dirigir y controlar la vida diaría de los aturdidos ciudadanos desde sus despachos, sin importarles si ésta o aquella ley viene a entorpecer aún más el día a día de los que sufren sus decisiones, y digo los que sufren, y aquí es donde quería llegar, porque ellos no acarrean con las consecuencias de sus nefastas políticas. ¿O se imaginan a un ruboroso miembro de la policía contemplar al presidente del Gobierno español en paños menores? Obviamente no, como tampoco es fácil imaginar al hijo de cualquier diputado o miembro de cualquier estamento gubernamental o autonómico asistiendo a un colegio público, dónde la falta de profesores y la cada vez menor inversión pública aumentan las diferencias entre los que asisten a estos centros y aquellos que asisten a las escuelas privadas y concertadas, alargando la brecha entre clases sociales. Siguiendo esta línea, visualicen si pueden, sé que es difícil pero traten de hacerlo, a Bono o Rajoy llevando a su suegra a la consulta del médico de cabecera, el mismo que, sin mirarles casi a la cara, les invita a solicitar un volante para ver al traumatólogo para dentro de unos cuantos meses, cuando quizá su rodilla ni lo necesite.
No quiero ponerme espeso poniendo ejemplos, pero no me resisto por lo hilarante del asunto, a que se figuren a cualquier político o retoño de éstos, en la cola del paro durante horas... Lo siento, es demasiado complejo para imaginar, sé que me he excedido...
Pero podríamos seguir citando numerosas ocasiones en las que los verdaderos problemas cotidianos que afectan al pueblo, es decir, la inmensa mayoría de la humanidad, no sólo son ajenos a nuestros representantes políticos, votados en su ocasión para solucionarnos todas las visicitudes, sino que además les importa un comino y les quedan muy lejos. Y es que para saber si a un plato que se está preparando le falta o sobra algo, hay que saber que se está cocinando pringándose las manos y probándolo, de la misma manera que para solventar el problema educativo, la violencia en las aulas o la sanidad y el paro, hace falta una casta política que lo pruebe y sepa qué se cuece en la vida real.
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